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03 octubre 2017
Llegó a disquerías el nuevo álbum de ALEJANDRO FERRADÁS

Llegó a disquerías el nuevo álbum de ALEJANDRO FERRADÁS

Hay múltiples caminos que pueden llevar a un músico-autor, de los que suelen defender a capa y espada la marca del sello personal, a grabar y publicar un disco enteramente de versiones, de hacer canciones escritas por otros. Pero todos esos caminos tienen algo en común, y ese algo es la necesidad, algunas veces imperiosa, otras veces inconsciente, de buscar en los otros la voz propia. Alejandro Ferradás es más que consciente, en todo caso, de ser un poco inoportuno, en el sentido de que se han sumado varios proyectos similares en los últimos años, entre ellos, y con particular destaque, los discos Canciones propias, de Fernando Cabrera, y Semillas, de Rossana Taddei, ambos con formulaciones y búsquedas que aportan, y mucho, en un tan necesario nivel de reescritura.

Cabrera se apropia y reinventa páginas clásicas del folklore urbano y rural de nuestro país. Taddei le pone su sello a un repertorio de recuerdos musicales ligado a su propia identidad artística. Ferradás, mientras tanto, elige un camino que se asocia, en un plano, a la reescritura, y también a jugar con recuerdos musicales, pero lo más interesante está en que evade el camino minimalista, el de alcanzar la esencia de melodías y timbres, tan caro a formulaciones acústicas como las de Cabrera, las del MinimalMambo de Taddei, o de las exitosas propuestas tanto del dúo Spuntone Mendaro como del trío El Astillero, estos últimos con la singular rareza de bajar a guitarras y voces temas propios. Ferradás va en otra dirección, que tiene que ver con el sonido de banda, con trabajar la canción en el presente, hacerla materia viva, performática, pelearla. Y, por supuesto, se trata de ganar la pulseada, y lo logra con mucha altura y convicción.

Canciones aferradas, y elijo el singular para subrayar la condición de que son canciones que se le han adherido al cantautor A.Ferradás durante el transcurso de los años, es un disco que suena a más, que propone un sonido de banda, pero de esas bandas que lo hacen muy bien y que llevan a que el juego de versionar se transforme en un ajuste de cuentas, en la posibilidad de proponer arreglos (y des/arreglos) que mejoran la versión original (aunque ‘mejorar’ no sea estrictamente el verbo correcto). Y todo esto, nada menos, lo hace con sus maestros, en un concepto de tributo que termina dibujando una cartografía personal de alta intensidad.

Se puede decir, sin temor a equívocos, que Ferradás vuelve aún más poderosa a «Este momento ahora», de Ubal, canción que rompe el silencio y que sencillamente explota tan rockera como nunca. Lo mismo pasa con materias casi, a priori, imposibles: «Entonces», de Jaime Roos; «Atlántida y el Dorado», de Cabrera; «Nombre de bienes», de Mateo; y también con una de las selladas del disco, cuando se anima con «Cápsulas», de su maestro Darnauchans. Y se hace imperioso nombrar a todas las canciones: «Noche de lluvia», de Dino; «Doce round», de Nasser; «Andenes», de Estela Magnone; y el cierre del disco con una de las figuritas más difíciles, meterse nada menos que con «Tus abrazos», de Galemire.

Canciones aferradas son apenas diez canciones. Un repertorio breve y poderoso. La banda, como se dijo, es la principal responsable de que todo funcione. Dirige, por supuesto, Ferradás, con guitarras, pianos y la voz principal, demostrando el excelente nivel que viene demostrando como productor y para manejar el sonido de banda en estudio. Lo secundan Santiago Peralta en guitarras, Nico Román en bajo y Ariel Iglesias en batería. La banda es implacable, pero también lo es el trabajo de la voz, detalle no menor, porque es donde se suele jugar todo a la hora de que cualquier canción funcione. Y si Ferradás había demostrado maestría en grabar, como productor, la voz de Diego Presa, ahora lo hace con la voz propia, que brilla como nunca, encontrando una neutralidad que le permite maniobrar -tarea nada fácil- entre tantas voces célebres y difíciles de despegar de las versiones originales. Es una neutralidad que homenajea, que sabe acomodarse en una cercanía, pero sabe también alejarse para encontrar la fuerza, la interpretación, por caminos sencillos e inteligentes. Un gran momento es el de la excelente versión de «Nombre de bienes». Es la misma canción. No hay duda. Pero Ferradás toma la decisión de prender fuego las mágicas imperfecciones de Mateo para descubrir una canción que en su versión realza una fuerza que permanecía acaso invisible.

Hay otros dos grandes discos uruguayos, de versiones, que posiblemente dialoguen con Canciones aferradas. Uno es el mítico De memoria, que la banda Níquel, en su mejor momento, grabara en homenaje a los pioneros del rock y el blues uruguayo. Una por una, casi todas las versiones, sonaban como nunca, al ser tocadas por esa máquina de rock que supieron dirigir Nasser y Faragó. Otro gran disco es Autobiografía, de Dino, producido por Jaime, en el que se cruzaron dos genios y el resultado es que las mejores canciones de don Gastón Ciarlo suenan como nunca.
Ferradás hizo un gran disco. Homenajeó a sus maestros y a varios de sus mejores amigos. Hizo lo que se debe hacer en estos casos: una ofrenda, sí, pero con la sabia estrategia de no ser exactamente respetuoso. Y encuentra, paradójicamente, una voz propia que gana en madurez y profundidad, disparador de algo que no estaba en los planes del músico ni del editor: que los escuchas de este disco encontrarán, necesario e imprescindible, revisar los muy buenos discos a los que nos tiene acostumbrado desde hace tantos años y que no han tenido la visibilidad que merecen. (Texto de Gabriel Peveroni)

UNA POR UNA POR FERRADÁS:

ESTE MOMENTO AHORA
«Es un tema de Mauricio Ubal grabado para el segundo disco de Rumbo. Siempre admiré ese arreglo, quise rescatarlo de la forma más fiel posible. Cantarlo como correspondía fue lo más complicado».

ENTONCES
«Una vieja y hermosa canción de Jaime Roos. Si bien a la hora de avisarle que tenía pensado grabar este tema éste supo darme su autorización a priori, expresando incluso que era una alegría y un honor que lo versionara, al ser uno de los temas que más intervine, modificando ritmo, estructura y mínimamente la armonía, realmente me preocupaba muchísimo que fuera del agrado del autor. Afortunadamente, lo fue».

DOCE ROUND
«Esta canción de Nasser la conocí originalmente por televisión, a través de un video clip en vivo de Níquel, y me gustó de inmediato. Hace un par de años me saqué las ganas de tocarla acompañando a Jorge en los festejos por sus treinta años de música. En aquel momento ya le expresé mis intenciones de versionarla».

ATLÁNTIDA Y EL DORADO
«Si hay un disco de Cabrera que me marcó por siempre, ése es Fines. Esta canción, junto a otras como «Tobogán» o «La casa de al lado» son de las mejores cosas que han entrado por mis oídos hasta llegar a mis folículos pilosos. Tenerlo cantando conmigo en esta versión, es algo que sin duda nunca hubiese imaginado hace un cuarto de siglo atrás».

NOCHE DE LLUVIA
«Este temazo del querido Dino quise llevarlo hacia un lado «Julia», de Lennon, grabándolo sólo con la guitarra. Luego terminé «vistiéndolo» un poco más».

CÁPSULAS
«Este tema del Darno, compuesto sobre un texto del poeta colombiano José Asunción Silva, viene directo de mi primera adolescencia y atraviesa las muchísimas oportunidades en las que pude acompañarlo con mi guitarra. Te la cambié toda Darno, aunque no tanto como vos supiste hacerlo alguna vez; espero que te guste».

ANDENES
«Cuando nos juntamos con la banda, en el estudio, grabamos diez temas en tres días. Luego descarté uno de ellos, por lo que quedé pensando qué otro tema podía completar el disco, uno que pudiera ir y grabar yo sólo en una tarde. Ahí recordé esta canción de Estela Magnone, y vale por todas las veces en las que también supe llorar por desamor».

NOCHE DE ÁNIMAS
«En mis pasajes por La Tabaré, ésta era la canción que yo cantaba en los conciertos: dos tonos y medio más arriba, como en la versión original. Un texto bien oscuro, de uno de mis mejores amigos del día y de la noche».

NOMBRE DE BIENES
«Esta versión data de hace unos veinte años. En esa época la tocaba como penúltimo tema en vivo, el mismo lugar que ocupa en este disco. Casualmente Daniel Báez, gran técnico de sonido con el que he trabajado durante todos estos treinta años de grabaciones, fue quien grabó el tema originalmente, en esa maravilla de disco que es Cuerpo y alma, de Mateo. En algún momento me dijo: «Ale, creo que es mirar inerte, no mirada inerte»… Lo había cantado mal toda mi vida».

TUS ABRAZOS
«El Gale estuvo ahí desde los primeros días en que empecé con la música, prestándome instrumentos y escuchando mis primeras grabaciones. Un día, hace muchos años, realicé una maqueta de este tema en casa y se la mandé. Cuando nos encontramos y le pregunté si la había escuchado, se sonrió y me dijo algo como: «sí claro, yo ya sé que me querés un poquito». Ojalá algo de lo que aprendí con él haya quedado grabado en esta versión y en el resto del disco».

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